Los años me han gastado. Me consume
La muerte inevitable.
El lecho que me acoge
Paciente disfrutó de mi hermosura.
No siempre estuve solo.
Yo soy
Platón el aristócrata.
El ruidoso ajetreo de discípulos
Apenas logra
Su secreta misión:
Mantener al maestro
Con los ojos abiertos.
No me importa. Me inquietan
Bien diferentes cosas:
La mano
Que mi mano infantil rozó en el templo,
La expresión de la muerte en mi rostro arrugado,
El secreto recinto inexistente
Donde podré volver a disfrutar
Los temblorosos labios de Dión
sábado, 22 de septiembre de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario