lunes, 29 de octubre de 2007

JAMES CARTER

Me alegro de que le haya gustado James Carter, el saxofonista joven que parece anciano, el saxofonista joven con más clase que se haya visto en las últimas décadas, EL SAXOFONISTA.

(Voy a aprovechar para colgar un par de cosas más aprovechando lo del Pisuerga:

Worried and blue

Caravan

JC on the Set

domingo, 28 de octubre de 2007

James Carter. Amanece que no es poco.

sábado, 27 de octubre de 2007

MICHEL PETRUCCIANI

Hace ya ocho años que Michel Petrucciani nos dejó. Su aspecto, aquejado de una grave enfermedad genética , ostogénesis imperfecta, nos complicó enormemente la tarea de calcular su edad pero cuando Michel dejó definitivamente de tocar el piano contaba únicamente con 36 años de edad. Existen dos grabaciones que un buen aficionado al jazz debería conocer, al menos, de este pianista: la primera es A promenade with the Duke, su último trabajo para Blue Note, que consistió en un difícilmente superable homenaje a Duke Ellington. Como muestra van un par de botones: African Flower y la íntima One nigth in a hotel . Corría por entonces el año 1985 y Petrucciani, a los 23 años, ya era uno de los grandes y se había ido a vivir a Nueva York, ciudad que no dejó hasta su muerte. La otra gran grabación, aunque realmente todas son memorables, es la que se recoge en su concierto en los Campos Elyseos en 1995 ( Au Théâtre des Champs-Elysées), un doble Cd donde da buena cuenta de Coltrane y Monk. En la primera pieza del segundo CD nos dice Michel que una vez que se calme un poco el ambiente, tras tocar standars de Monk, hará algo especial. "Me gustaría- explica- saber poder comunicar determinadas cosas a través de las palabras. Como no es así, lo hago a través de la música". Y de esa debilidad parte la tercera pieza: "Love letter": un enorme paseo nostágico, hermoso, lento, feliz, lleno de matices, que parece que no va a terminar nunca. Una vez terminado, reconstruye, para sopresa de todos, una conocidísima canción: Bésame mucho, si bien la disfraza dedicándosela a un conocido que no había resultado muy contento de una versión anterior. A mí me gusta pensar que es cierto que Petrucciani comunicaba mucho más allá de las palabras. Una prueba de esa íntima comunicación durante ese concierto nos la da en los agradecimientos, donde nos incluye, entre col y col un discreto: "Isabelle, Love letter is for you".

En realidad, creo que Petrucciani (tal vez no me equivoque) esa noche tocó exclusivamente para una persona. En menos de cuatro años moriría.

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Ayer dije estar obsesionado por una pieza que creo que es de Mehldau. Es esta.

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El doble Cd de los Campos Elíseos incluye un par de frases manuscritas que dicen: "La musique est le language universal. Partager un instant de bonheur avec vous est mon réve le plus réel"

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A veces, después de escuchar cierta música, es mejor guardar silencio .
[534] Escrito por: cronopiodeley —— 27 de octubre de 2007 0:40
[526] Escrito por: Almirante Benbow —— 27 de octubre de 2007 0:30Tengo una buena anécdota con los conciertos de Bandenburgo. Con 20 años estaba tan osesionado con ellos que los escuchaba a todas horas. Una noche, cuando apagué la luz y la música y me disponía a dormir, comencé a escuchar, uno detrás de otro, cada movimiento, cada nota, de cada instrumento. Una detras de otra. Podía diferenciar todos los matices, como si la estuviese escuchando de veras. Y no pude dormir.



[543] Escrito por: El Crítico Constante —— 27 de octubre de 2007 0:46
534] Escrito por: cronopiodeley

Hay un conocido verso de T.S. Eliot que hace referencia a lo que usted comenta:


Música escuchada tan profundamente
que no es escuchada en absoluto,
sino que uno es la música
mientras la música dura"

viernes, 26 de octubre de 2007

Rilke (Short version)

(...) ¿Quién sabe
si sonó el mismo pájaro a través de nosotros,
ayer, en el crepusculo?


......


PARA LULU ALBERT-LAZARD

(...)

Estar lejos es solo escuchar: escucha.
Y ahora eres tú toda esta calma.
Mas una y otra vez mi admiración
te recuperará en lo amado: en tu cuerpo.

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(...) Yo no sé más de ti;
sólo que a cualquier precio tenías que venir,
y hay un lugar en mí que está vacío
para todo lo tuyo que no sé.

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Correspondencia en poemas con Erika Mitterer

(...)

¡ Ay, cuánto valoramos lo que es desconocido:
demasiado deprisa se forma un rostro amado
hecho de parecidos y contrastes!


¿Agnosco veteris vestigia flamae (Virgilio, Eneida)?

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Mundo había en el rostro de la amada,
pero se ha derramado de repente:
el mundo está ya fuera y no se abarca.

Por qué bebí mundo, al alzar hacia mí
el rostro tan querido y tan repleto,
cuando estaba tan cerca, perfumando mi boca?

Ay, bebí. Qué insaciable bebí entonces.
Pero también yo estaba repleto
de mundo y, al beber, rebosé yo también.

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jueves, 25 de octubre de 2007

[454] Escrito por: cronopiodeley —— 24 de octubre de 2007 0:46

Aprovechando que ya comienzo a dominar el Deezer (ayer colgué al estomagante James Blunt cuando mi intención era mencionar Paranoid Android de Brad Mehldau) no quiero dejar de compartir parte de mis gustos musicales, que es tanto o más que contestar a ciertas preguntas personales de Faustine (con la que, de paso, estoy de acuerdo).

Estuve pensando en escribir una pequeña historia como la del post que colgué esta mañana pero como imagino que Bobby McFerrin será más que conocido, me limitaré a colgar alguna que otra cosa. Creo que la idea de felicidad es algo que siempre asociaré a la música de este hombre que, como la gran mayoría, descubrí a través del (por Dios, esa ropa de los ochenta) Show de Bill Cosby. Puede que incluso su música fuese una de las razones por las que me llegué a enamorar de Lisa Bonet aunque yo creo (ver foto) que las razones pudieron ser miles y la música fue sin duda la de menos importancia (después me enamoré de otras mujeres exóticas, sobre todo de una, que tuvo que soportar mi jazz y mi Bobby, con unas dosis de amor y de paciencia que no sé hasta que punto me merecía). La cuestión es que la música de Bobby McFerrin siempre me hizo y aún me hace sentirme bien en el mundo, o reconciliarme con él, llegado el caso. Sé también que uno de los innumerables nudos con los que están más que atadas ciertas amistades que se constituyeron por una serie de convergencias casuales e inesperadas en una época en la que nuestro único capital era la juventud y un penetrante aroma de libertad. Sin duda, la primera palabra que me viene a la mente cuando escucho el nombre de Bobby McFerrin es felicidad , que emulando a Borges, espero que sea también la última.


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Espero sentirme menos frustrado una vez haya escrito esta entrada. Se ve que la anterior hasta que no funcione Goear no hay nada que hacer.

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Por otro lado, quería también expresar que el Late Night fue algo espontáneo, debido a la escasez de rinocerontes (p’tit hommage aux Luthiers) en el blog durante el verano. Lentamente se fue apagando. De cuando en cuando algo parece conjurarlas, pero nadie puede esperar que dure siempre. Ni siquiera yo, que me asomo con angustia a ver si se repiten ciertas magias estivales, con demasiada frecuencia creo que vuelva a suceder, salvo excepciones, al menos hasta el próximo verano (o navidades, o puentes, o)

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A veces tengo la sensación, leyendo algunos post, de que escribir aquí no sirve sino para huir de otras cosas. Me gustaría sentarme delante del ordenador exclusivamente para pasarlo bien y creo que me angustio porque muchas veces estoy a la espera de “ese-algo-que-tiene-que-ocurrir” y aquí es cuando debo mencionar que tal nick o tal otro (no escribiré ningún nick porque no quiero ser injusto dejándome alguno y no confío en mi memoria) comience una discusión o una broma interesante o un tema cualquiera que convierta el momento en diferente. Esto se produce de manera cada vez más extraña. Nos han invadido las mazorcas o los casos patológicos, el exceso de testosterona, la falta de tiempo para hacer otras cosas...

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Siento haber soltado un ladrillo y haber emborronado una vez más con mis post, que yo siempre supe que no aportaban demasiado, el ritmo de la sábana. Sólo espero no haber escrito este a lo tonto y que alguno de ustedes lo disfrute, aunque sea un poco. Con los dos que he escrito hoy esperaba resarcirme un poco por todos estos meses.

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Como ya soy perro viejo por estos lares, me adelantaré a la situación, y contestaré a quien me llame melodramático o similar que se suba a este dedo índice que tengo aquí preparado para él.

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Buenas noches y reitero nuevamente mis disculpas.

RILKE

Oh, este es el animal inexistente.
Ellas no lo sabían, mas de toda,s maneras
--su caminar, su cuello, su postura y la luz
de su mirar callado--ellas le amaron.

Es verdad, no existía. Pero, porque lo amaron,
se hizo el animal puro. Dejaban siempre espacio.
Y en el espacio, claro y reservado, alzó
con levedad la testa y no necesitó

apenas existir. No lo nutrían con grano;
con posibilidad de ser, únicamente.
Y ésta proporcionó tal fuerza al animal

que se alzó de su frente un cuerno. Un solo cuerno.
Y él, blanco, se acercó a una muchacha virgen
y existió en el espejo de plata y dentro de ella.




miércoles, 24 de octubre de 2007

[454] Escrito por: cronopiodeley —— 24 de octubre de 2007 0:46

Aprovechando que ya comienzo a dominar el Deezer (ayer colgué al estomagante James Blunt cuando mi intención era mencionar Paranoid Android de Brad Mehldau) no quiero dejar de compartir parte de mis gustos musicales, que es tanto o más que contestar a ciertas preguntas personales de Faustine (con la que, de paso, estoy de acuerdo). Estuve pensando en escribir una pequeña historia como la del post que colgué esta mañana pero como imagino que Bobby McFerrin será más que conocido, me limitaré a colgar alguna que otra cosa. Creo que la idea de felicidad es algo que siempre asociaré a la música de este hombre que, como la gran mayoría, descubrí a través del (por Dios, esa ropa de los ochenta) Show de Bill Cosby . Puede que incluso su música fuese una de las razones por las que me llegué a enamorar de Lisa Bonet aunque yo creo (ver foto) que las razones pudieron ser miles y la música fue sin duda la de menos importancia (después me enamoré de otras mujeres exóticas, sobre todo de una, que tuvo que soportar mi jazz y mi Bobby, con unas dosis de amor y de paciencia que no sé hasta que punto me merecía). La cuestión es que la música de Bobby McFerrin siempre me hizo y aún me hace ( http://www.deezer.com/?urlIdSong=36513)sentirme bien en el mundo, o reconciliarme con él, llegado el caso. Sé también que uno de los innumerables nudos con los que están más que atadas ciertas (http://www.deezer.com/?urlIdSong=136860 ) amistades que se constituyeron por una serie de convergencias casuales e inesperadas en una época en la que nuestro único capital era la http://www.deezer.com/?urlIdSong=136856" juventud y un penetrante aroma de libertad. Sin duda, la primera palabra que me viene a la mente cuando escucho el nombre de Bobby McFerrin es (http://www.deezer.com/?urlIdSong=8012 ) felicidad, que emulando a Borges, espero que sea también la última.

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Espero sentirme menos frustrado una vez haya escrito esta entrada. Se ve que la anterior (http://cronopea.blogspot.com/2007/10/hace-ya-ocho-aos-que-michel-petrucciani.html) hasta que no funcione Goear no hay nada que hacer.

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Por otro lado, quería también expresar que el Late Night fue algo espontáneo, debido a la escasez de rinocerontes (p’tit hommage aux Luthiers) en el blog durante el verano. Lentamente se fue apagando. De cuando en cuando algo parece conjurarlas, pero nadie puede esperar que dure siempre. Ni siquiera yo, que me asomo con angustia a ver si se repiten ciertas magias estivales, con demasiada frecuencia creo que vuelva a suceder, salvo excepciones, al menos hasta el próximo verano (o navidades, o puentes, o)

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A veces tengo la sensación, leyendo algunos post, de que escribir aquí no sirve sino para huir de otras cosas. Me gustaría sentarme delante del ordenador exclusivamente para pasarlo bien y creo que me angustio porque muchas veces estoy a la espera de “ese-algo-que-tiene-que-ocurrir” y aquí es cuando debo mencionar que tal nick o tal otro (no escribiré ningún nick porque no quiero ser injusto dejándome alguno y no confío en mi memoria) comience una discusión o una broma interesante o un tema cualquiera que convierta el momento en diferente. Esto se produce de manera cada vez más extraña. Nos han invadido las mazorcas o los casos patológicos, el exceso de testosterona, la falta de tiempo para hacer otras cosas...

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Siento haber soltado un ladrillo y haber emborronado una vez más con mis post, que yo siempre supe que no aportaban demasiado, el ritmo de la sábana. Sólo espero no haber escrito este a lo tonto y que alguno de ustedes lo disfrute, aunque sea un poco. Con los dos que he escrito hoy esperaba resarcirme un poco por todos estos meses.

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Como ya soy perro viejo por estos lares, me adelantaré a la situación, y contestaré a quien me llame melodramático o similar que se suba a este dedo índice que tengo aquí preparado para él.

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Buenas noches y reitero nuevamente mis disculpas.

martes, 23 de octubre de 2007

Brad Mehldau

Paranoid Android
Hace ya ocho años que Michel Petrucciani nos dejó. Su aspecto, aquejado de una grave enfermedad genética , ostogénesis imperfecta, nos complicó enormemente la tarea de calcular su edad pero cuando Michel dejó definitivamente de tocar el piano contaba únicamente con 36 años de edad.

Existen dos grabaciones que un buen aficionado al jazz debería conocer, al menos, de este pianista: la primera es A promenade with the Duke, su último trabajo para Blue Note, que consistió en un difícilmente superable homenaje a Duke Ellington. Como muestra van un par de botones: African Flower y la íntima One nigth in a hotel . Corría por entonces el año 1985 y Petrucciani, a los 23 años, ya era uno de los grandes y se había ido a vivir a Nueva York, ciudad que no dejó hasta su muerte.

La otra gran grabación, aunque realmente todas son memorables, es la que se recoge en su concierto en los Campos Elyseos en 1995 ( Au Théâtre des Champs-Elysées), un doble Cd donde da buena cuenta de Coltrane y Monk. En la primera pieza del segundo CD nos dice Michel que una vez que se calme un poco el ambiente, tras tocar standars de Monk, hará algo especial. "Me gustaría- explica- saber poder comunicar determinadas cosas a través de las palabras. Como no es así, lo hago a través de la música". Y de esa debilidad parte la tercera pieza: "Love letter": un enorme paseo nostágico, hermoso, lento, feliz, lleno de matices, que parece que no va a terminar nunca. Una vez terminado, reconstruye, para sopresa de todos, una conocidísima canción: Bésame mucho, si bien la disfraza dedicándosela a un conocido que no había resultado muy contento de una versión anterior.

A mí me gusta pensar que es cierto que Petrucciani comunicaba mucho más allá de las palabras. Una prueba de esa íntima comunicación durante ese concierto nos la da en los agradecimientos, donde nos incluye, entre col y col un discreto: "Isabelle, Love letter is for you".

En realidad, creo que Petrucciani (tal vez no me equivoque) esa noche tocó exclusivamente para una persona.

En menos de cuatro años moriría.

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Ayer dije estar obsesionado por una pieza que creo que es de Mehldau. Es esta.

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El doble Cd de los Campos Elíseos incluye un par de frases manuscritas que dicen: "La musique est le language universal. Partager un instant de bonheur avec vous est mon réve le plus réel"

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A veces, después de escuchar cierta música, es mejor guardar silencio .

lunes, 22 de octubre de 2007

Iba Mario descubriendo (en el sentido más íntimo de la palabra descubrir) la historia de Las memorias de Adriano, de Marguertitte Yourcenar ahora en la traducción española, más tarde en el original francés, demorándose escrupulosamente en ciertos párrafos especialmente queridos en la lectura en ambas lenguas y cuando quiera que la hipnótica lectura le permitía individualizarse un solo momento del texto, que ya se le iba haciendo propio, no hallaba sino un alejamiento expreso e infinito de toda forma de convencionalidad. Exactamente podría decir no que solamente encontrase este alejamiento (buscado sin duda por la autora e interpretado con absoluta probidad por el traductor) y no otras cosas, sino que ese espíritu aconvencional flotaba por encima de las ideas y de la historia en una dimensión superior a ésta.
Las palabras de Adriano, aún infinitamente utilizadas con anterioridad, parecen absolutamente nuevas, y la lógica de su razonamiento y la claridad en la exposición de sus ideas parecen referirse a algo preestablecido y oculto que siempre ha estado ahí a la manera platónica pero al que solo nos acercamos a veces tanteando entre las sombras.
Adriano y Eva cumplen papeles paralelos a este orden supradimensional. Si a Adriano le rige el Logos, a Eva le rige la Intuición, de manera tal que en su aparente desorden siempre surge en ella la idea más original. Sin percatarse de ello, a cada paso se encuentra en ese lado mágico que parece sobrevolarnos y que no encontraríamos por ningún lado sin su ayuda desadvertida. Sin atender a ninguna lógica, Eva desarrolla su vida dando igual importancia al trino de un pájaro en una rama que a la filosofía de Berkley, y en ello radica lo maravilloso de su naturaleza y lo extraordinario de sus actos. Ahora logro explicarme, tal vez, la extrañada mirada con que me sorprendo observándola a veces, actuando más allá de lo racional, entregada a las primeras leyes de un Dios que desconocemos, y sólo quizás pueda contestarle con estos razonamientos cuando me pregunta que por qué la miro como si acabase de aparecer un unicornio. Aunque sin duda no lo entendería porque, como todo el mundo sabe, un unicornio no puede alcanzar a comprender su propia esencia
Hablamos pero no recuerdo las palabras. Sólo un momento fue, o eso creo. Nos encontrábamos uno frente al otro. Hablábamos pero eran incomprensibles nuestras palabras. En vano acudimos a los gestos como último recurso. Nos separamos, desandando el camino por donde habíamos venido. Intermitentemente volvimos nuestras miradas hacia atrás, en varias ocasiones. La precariedad de las formas no nos ayudó a vislumbrar el fondo. Y el fondo, turbio e inconcebible, ¿de qué sima o arroyo, de qué tiempo, bajo que luz incierta?
Dios nos dio exclusivamente la música en el paraíso y Eva nos hizo esclavos de las palabras.
Eva y la dulzura de sus manos, la tensa piel del interior de sus muslos. Eva y la expresión de sus ojos indecisos, la carnosidad de sus labios rosados. Eva y su cabello desplomándose sobre un cuello monumental, columna arcaica. Eva y sus supinadores largos, sus deltoides y soleos. Eva y su sistema límbico. Eva y sus entrañas. Eva y su doble circulación sanguínea. Eva, su sistema linfático y sus humores varios. Eva y el lento exhalar de su aliento, que comienza debajo de sus costillas moviéndose al compás de una música secreta y antigua. Eva y su aparato digestivo. Eva y su sudor, que se abre paso pos sus poros. Eva y la doble estructura especular de sus pies que se separan, de sus rodillas que se separan. Eva y sus cuerpos cavernosos, sus bulbos vestibulares…
Interpuesto entre dos espejos, la imagen de mí multiplicada. Mutación de lo presumiblemente carnal a lo irremediablemente impalpable.
Desde el epicentro de la nada traté de hacer perceptible el silencio; del silencio, conseguir la voz. La voz fugaz se hizo eco, y el eco nuevamente silencio, atraído por el epicentro gravitatorio de la nada. Todo intento de ascensión es una lenta caída hacia el abismo.
En días señalados, se hace translúcido el muro opaco que separa de lo invisible lo visible.
Seguramente habré utilizado todas las letras del nombre de la persona a la que quiero más de una vez. Escribir es una forma silenciosa de amarla.
Absorción de las formas por el vacío y del vacío por las formas. Zen de la palabra. ¿Cómo desatar los nudos que unen el lenguaje y el sentido? Si las formas nos dirigen hacía un sentido vacío, partamos del vacío hacia unas nuevas formas o creemos unas nuevas formas para llegar a un sentido distinto. Metafísica de los vasos comunicantes. Uno se llena, el otro se vacía o uno se vacía el otro se vacía o los dos se van a freír puñetas e importamos nuevamente otras formas que traigan un distinto contenido. ¿Se buscan las palabras cómo las notas que se quieren? ¿Existen los discursos pentagrama?¿Algo esculpido ya en la piedra? ¿Por qué la lógica tiene que ser lineal? Eva, Eva, ¿ por cuánto tiempo puedo apartarte de mí? ¿ Doce horas? ¿El tiempo de urdir algún discurso? ¿Sé que en algún punto me esperas? ¿A cuatro días de haber caminado 4 kilómetros tras una nota de Shostakovich? ¿En el momento de alguna conjunción astral si yo digo "avohé, avohé"? Sé que resolveré este problema. Que una vez resuelto, todo se llenará de sentido y las formas mutarán o transmutarán o morirán o se reencarnarán. A veces toco la flauta, que no sé tocar, y creo oír una nota, no ya un ruido sino una nota, clara, limpia, diferente, y creo que ese puede ser el primer paso, y tal vez el recuerdo de algo un segundo, y quizás el sentido del tacto, resurgido, sea el tercer paso del nuevo alfabeto, o tal vez haya que descubrir un nuevo alfabeto que sea la conjunción de todas las alfas y las betas en perfecta sincronía / sinfonía esa nota simple y el sentido del tacto y el rumor de palabras que van uniéndose como en un río que todo lo unifica y que me lleva hacia mí y hacia ti o que nos lleva con él juntos y posiblemente no seamos los únicos que el río lleve y el río sea el tiempo que está lleno de cosas pero no de segundos sino de pequeños pero numerosas llámeselos como se quiera atados entre sí fuera de las formas y los contenidos que han sido absorbidos por esa nada zen que se deshace y se hace y que nos conforma y todo a veces parece tan simple como el lenguaje Rómpele el cuello al cisne errático y arrogante de engañoso plumaje, incómodo, inútil puto cisne al que hay que romper el cuello.

domingo, 21 de octubre de 2007

El sol descendía lateral hasta nosotros, o a la inversa. Caminamos hacia el lugar de otros veranos. Hablábamos o hacíamos que habábamos. Uno hubiese querido, en ese momento, sin llegar a ser del todo irreverente, que hubiese sonado la música de Chet Baker, pero lo único que sonaron fueron las señales horarias de la Radio Nacional mientras el gesto de Eva se descomponía bajo la pálida luz de la mañana.

Esto hay que reescribirlo, ya.

Mario se encontró una nota en la puerta que decía“Te estoy preparando una sorpresa así que olvídate de la llave y llama al timbre. Si me estropeas la sorpresa salimos en las noticias. Eva, the tripper.”Cualquiera le lleva la contraria, pensó Mario mientras seguía escrupulosamente las órdenes de la asesina en serie. “¿Quién llama?” escuchó llegar tenuemente del otro lado. “Soy Brad Pitt. Se me ha estropeado el coche y me preguntaba si me dejaría hacer usted una llamada”. Eva abrió la puerta y mientras lo besaba decía: “mi chico es un payaso”. Al fondo, podía verse que Eva había organizado una comida como Dios manda, a la que no le faltaba detalle.--Esta tarde—comenzó a decir Eva-- he pasado por el mercado y he comprado algo de Herbie Hancock, que tanto te gusta. Lo encontré por casualidad y no pude evitar hacerme con él. Luego he pensado que estos últimos días he estado un poco ausente y esta (mostrando el apartamento, las velas, la mesa...) es mi manera de pedirte disculpas y de agradecerte que me soportes. No sabría muy bien qué hacer sin ti.--No tienes que pedir ninguna disculpa—contestó Mario tomándole las manos--. En realidad la gratitud ha de ser recíproca. ¿Qué puedo decir? Anda rápido a poner esa música, destripadora.La música comenzó a sonar mientras Mario llenaba las copas de vino y se sentaba en el sofá. No pasó mucho rato hasta que se miraron y Eva constató que había algo de extraño en esa música.--Es un poco diferente esta música respecto a la que solemos escuchar, ¿verdad?--Sí, bastante.—contestaba medio enfadado Mario-- De la época electrónica. Puto órgano Hammond. ¿Nadie ha sido capaz de decirle a este tipo que se podía meter ese instrumento entre nalga y nalga?--Realmente lo siento. Al final, por lo visto, no he comprado un compacto sino un posavasos.--Y de los caros—dijo Mario entre sonrisas--. No te preocupes. Yo sabes que te quiero igual.Finalmente, sacaron el CD del aparato musical y lo llevaron ordenadamente a un rincón donde yacían, subsistiendo entre manchas de vino, los discos condenados de la música esperando su botella prometida. Se rieron y conjuntamente le dedicaron una pedorreta al señor Hammond, a Herbie Hancock, al jazz electrónico y a la madre que lo fundó.

sábado, 20 de octubre de 2007

Cómo hacer un buen café.






















Se agarra una taza de grandes dimensiones y se agrega en ella el café recién hecho, la leche, el azúcar, el Bayleys, la nata y después canela y (esto es nuevo) se espolvorea un poco de chocolate soluble estilo Cola-cao o similares.
Y a ver lo de Alonso.






















jueves, 18 de octubre de 2007

Conmigo sólo contiendo
en una fuerte contienda
y no hallo quien me entienda,
ni yo tampoco me entiendo



Jorge....


.... Manrique.
Quizás el ingreso en la edad adulta se da en el momento en que asumimos que tomar una decisión no supone siempre elegir entre algo potencialmente positivo y algo potencialmente negativo. Crecer siempre tiene algo de liquidación de ciertas ideas maniqueas. Es por esa razón que algunas veces tomar una decisión resulta particularmente complicada. No diré esta vez que me voy para siempre, cosa que he dicho en más de una ocasión y que no he conseguido cumplir, pero tampoco estoy en condiciones de asegurar que permaneceré aquí paseando mi estupidez por la sábana. Argumentos a favor de irme o de quedarme se pueden encontrar a bastantes, y de peso: para irse podemos nombrar la falta de tiempo para realizar otras cosas (leer, ver, sentir, vivir), la angustia de sentir la necesidad de escribir, de que te contesten, de responder, de aplazar otras cosas, la constatación de que tus post no dan la imagen adecuada de ti mismo, o que esa imagen de ti mismo no te acaba de gustar. Para quedarse, la entramada red de afectos que se han creado, la necesidad de compartir muchas cosas, los cientos de miles de millones (en palabras de Regás) de momentos felices que se nos ha dado vivir...

En cualquier caso, es una decisión en que de un modo u otro, la banca pierde. Supongo que ahora entraré en una lucha interna contra mí mismo y lo que tenga que suceder sucederá. Si vuelvo a escribir, espero que no me cierren las puertas. Si no lo hago más (ese "más" es demasiado largo y estoy seguro de que de una manera u otra terminaré participando, aunque sea puntualemente) pues quería darles las gracias.

Y ahora el vértigo de la decisión y un hasta luego.

lunes, 8 de octubre de 2007

AGOSTO

La noche de cien ojos nos miraba

Y un abrazo bastó para entendernos.

Inmune al desaliento, ojalá pueda

Este instante sin tiempo

Durar lo mismo que la luna dure.



Cursilada va.

martes, 2 de octubre de 2007

¿Es una voz
esto que escucho
entre mis sueños
o solo un eco
de tiempos que han pasado?
Cuanto creí saber de ti lo ignoro. Me quedan entre otras cosas la música de tu voz, la riqueza en el tono, la claridad en el habla, el timbre justo, la certeza de tu entonación. A veces creo sentir tu voz en el momento de su nacimiento, tras el pálpito discreto de tus pulmones, y la voy siguiendo: soplo que comienza a madurar en la glotis y en las cuerdas vocales y termina de formarse en el borde mismo de tus labios. Me es posible abstraerme de todo, centrarme en tu voz, verla: veo ondas sonoras desplazándose armoniosamente, sucesiones de pura matemática, poesía sin necesidad de decodificación. De las palabras no puedo decir nada. Desarraigadas y livianas, se las llevó el tiempo; y de ellas nunca más se supo.
Caminando en círculos concéntricos cada vez más pequeños y más próximos al punto central, sol de mis pasos, ejerciendo su fuerza gravitatoria sobre mí, que me licuo, me despersonalizo y descorporeizo antes de caer por el sumidero, fin último de toda materia, fusión de lo completamente ilógico con lo necesariamente incomprensible

Eva fumaba un cigarrillo junto a la ventana, la mirada perdida en el horizonte y la imaginación seguramente vagando aún más lejos que donde su mirada acertara a llegar. Cuando se colocó tras ella intentando hacer confluir su mirada con la de Eva, ésta apenas apreció la presencia de Mario. Un leve movimiento hacia atrás de sus caderas, detenidas por las caderas de Mario, y unos cuantos ciclos respiratorios de éste, que se fueron haciendo curiosamente más cortos y más profundos a medida que ese movimiento se repetía, sirvieron para que Eva desviara su mirada del horizonte, que no su pensamiento, se diese la vuelta, y comenzase a besar a Mario en los labios mientras sus manos descendían desde la línea paralela que unía sus omóplatos hasta la perpendicular que llegaba a su coxis, haciendo ceder su pantalón hasta dejarlo caer al suelo en el momento justo en el que Mario levantaba ahora un pie y luego el otro para desprenderse completamente de aquella segunda piel que lo separaba de Eva, que ya se había deshecho de su albornoz y se había convertido en Eva completamente pura Eva sin más Eva que giraba de nuevo y apoyaba sus manos al cristal de la ventana, el torso hacia delante y movía, ahora lentamente ahora más rápido, su cuerpo hacia donde otro cuerpo lo esperaba, repitiendo en negativo sus movimientos o dejándose llevar por ellos en un fluir inevitable como el de los ríos o el del aire, como esa respiración conjunta que se iba agitando, acompañada de susurros o discretas exclamaciones de complacencia y de aceptación que precedían a ese último exhalar del uno y muy seguido del otro, que ya se iban fundiendo en un abrazo que tenía algo de lenta despedida después de ese encuentro a media tarde y bajo la atenta mirada de algún que otro vecino que, ahora, desde el anonimato de su hogar, deseaba a Eva tal como Eva merecía ser deseada.

Cuando Eva se fue, Mario pasó por sucesivas y graduales formas de desesperación que fueron desde la misma negación de la partida de Eva hasta la sublimación abstracta de su presencia, sin olvidarse de las convencionales alternancias de incomprensión y deseo, de reproches y declaraciones de amor igualmente incontestables.
El primer día que Eva no volvió apenas se movió de la cama intentando en vano convencerse de que negar la evidencia negaba el hecho mismo y que si por alguna casualidad se reincorporaba a la vida se reincorporaría inevitablemente a la muerte, que es sin duda lo que significaba vivir sin Eva al lado, sin el calor ni el olor de Eva a su lado, sin esos pequeños defectos que solo podían observarse en la intimidad cotidiana y que tanto le enamoraban y que sólo él podía ver. Una vez se hubo levantado de la cama (el ritmo de las horas es más tenaz que su intento de negación y a la fuerza ahorcan) Mario buscó por toda la casa cualquier cosa que le hiciese retener a Eva de algún modo, aunque fuese de manera simbólica. Nada quedaba de su ropa en los armarios ni de su cosmos ordenado de productos de limpieza en el lavabo. Todo lo que encontró se puede resumir a esto:
1.Algún que otro cabello en el servicio, que recogió con una dedicación digna de mención.
2.Una receta escrita de su puño y letra en un cajón de la cocina.
3.Una nota que decía: “voy a por el pan. Ahora vuelvo” dentro de un libro
4.Unas medias rotas en la basura.
Consiguió, no sin muchas dudas, franquear la puerta del apartamento y salir a la calle. Una vez en ella le sorprendió ver a sucedáneos de Eva, remedos de Eva, aproximaciones fallidas a Eva. Más tarde, en un ataque de locura posiblemente, resolvió intentar localizar aquellas partes que podrían parecerse a Eva y hacer abstracción del resto del cuerpo. Así de repente cuando cruzaba al otro de la calle de repente veía flotar en el vacío unos ojos similares a los de Eva, una chaqueta, un trasero, unas orejas (cuando vio dos orejas caminando hacia él no pudo evitar reírse, con un punto de nerviosismo).
Después de estas tristes abstracciones retomó el camino a casa, reunió esos pequeños regalos que le ofreció la tarde (los ojos, las orejas, los cabellos en el lavabo…), los juntó todos mientras se servía un ron caliente sin hielo que le desagradaba hasta punto difícil de explicar, y decidió dormir en el sofá esa noche. Bajo el manto de la música del gato Barbieri, ese saxo gritando en medio de la noche contra tantas despedidas y tantas soledades y tantos rones calientes y sofás y orejas anónimas cruzando apresuradamente una calle, Mario se acercó a la cara las medias rotas que encontró en la basura y que olían a basura, a pescado, a fruta podrida, a cenizas de cigarrillo y muy en el fondo a Eva, a esa Eva que ya no estaba allí, que nunca volvería estar (para qué engañarse) y pensó que esas medias eran un símbolo de la vida misma, una cosa que olía a mierda pero en el fondo tenía algo lindo, secretamente oculto por hedores repugnantes o, al contrario, que la vida era un perfume demasiado fuerte que en el fondo no hacía sino enmascarar una capa de deshechos pestilentes. Arrojó las medias fuera de su alcance, cerró los ojos y se dijo resignado que había que sobrevivir a la noche, como fuese.