jueves, 18 de octubre de 2007

Quizás el ingreso en la edad adulta se da en el momento en que asumimos que tomar una decisión no supone siempre elegir entre algo potencialmente positivo y algo potencialmente negativo. Crecer siempre tiene algo de liquidación de ciertas ideas maniqueas. Es por esa razón que algunas veces tomar una decisión resulta particularmente complicada. No diré esta vez que me voy para siempre, cosa que he dicho en más de una ocasión y que no he conseguido cumplir, pero tampoco estoy en condiciones de asegurar que permaneceré aquí paseando mi estupidez por la sábana. Argumentos a favor de irme o de quedarme se pueden encontrar a bastantes, y de peso: para irse podemos nombrar la falta de tiempo para realizar otras cosas (leer, ver, sentir, vivir), la angustia de sentir la necesidad de escribir, de que te contesten, de responder, de aplazar otras cosas, la constatación de que tus post no dan la imagen adecuada de ti mismo, o que esa imagen de ti mismo no te acaba de gustar. Para quedarse, la entramada red de afectos que se han creado, la necesidad de compartir muchas cosas, los cientos de miles de millones (en palabras de Regás) de momentos felices que se nos ha dado vivir...

En cualquier caso, es una decisión en que de un modo u otro, la banca pierde. Supongo que ahora entraré en una lucha interna contra mí mismo y lo que tenga que suceder sucederá. Si vuelvo a escribir, espero que no me cierren las puertas. Si no lo hago más (ese "más" es demasiado largo y estoy seguro de que de una manera u otra terminaré participando, aunque sea puntualemente) pues quería darles las gracias.

Y ahora el vértigo de la decisión y un hasta luego.

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